Ahora suena mucho la palabra «quemagrasas». ¿Sabemos lo suficiente acerca de esta palabra ?
Seguramente habrás oído hablar del término “quemagrasas” en más de una ocasión. Si además has indagado un poco en ese mundo lo asociarás a sustancias como: glucagón, L-carnitina, metionina, taurina, inosina, colina, lecitina, óxido nítrico…
El término quemagrasas viene del inglés: fat-burner. Este término se acuñó en los años 90 para hacer referencia a aquellos alimentos que supuestamente contenían menos calorías de las que el cuerpo gasta en hacer su digestión, de manera que supuestamente nos hacen perder peso, es decir, producen el efecto: calorías negativas (se supone que aportan menos calorías de las que el cuerpo invierte para digerirlos). Sin embargo, no existen alimentos con calorías negativas ni con propiedades quemagrasas.
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Si no existen productos quemagrasas, ¿por qué se anuncian y comercializan?
Los quemagrasas se anuncian como sustancias de origen natural, lo que ha hecho que parezcan inofensivos, pero lo cierto es que carecen de demostraciones científicas que avalen sus promesas de adelgazamiento.
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Para empezar, debemos tener en cuenta que los productos quemagrasas no son fármacos y no se dispensan con receta médica. Incluso se han descrito casos en consumidores de estos productos con síntomas severos como sudoración, hipertensión, síncopes, así como cefaleas, deshidratación, insomnio y palpitaciones. ¿Por qué estos efectos? Estas pastillas milagrosas están compuestas por diferentes sustancias como diuréticos, anfetaminas, hormona tiroidea, laxantes, etc. que pueden resultar contraproducentes puesto que normalmente son consumidos para alcanzar un objetivo (adelgazar) que no es la finalidad principal para el que están diseñados y además se hace sin supervisión médica.
Vamos a ver más detalladamente algunos de ellos:
- Los diuréticos y laxantes pueden inicialmente hacerte bajar de peso correspondiente al líquido que te hacen eliminar, pero no grasa corporal (que sería lo que realmente significaría adelgazar). Además, el uso indiscriminado de los diuréticos puede provocar deshidratación crónica y alteraciones cardiacas por pérdida de potasio e incluso parada cardiaca.
- El consumo de hormona tiroidea acelera el metabolismo. Su uso sin control médico es muy peligroso por los efectos secundarios que produce (palpitaciones, sudoración, alteraciones digestivas, problemas cardiacos, osteoporosis, etc.), pudiendo provocar lesiones irreversibles en el tiroides. Además, a la larga son ineficaces ya que además de masa grasa se pierde también masa magra, por lo que el metabolismo basal disminuye y también se deja de adelgazar.
- El ácido hidroxicítrico está demostrado que produce toxicidad hepática en ratones
- La L-Carnitina puede provocar convulsiones a altas dosis.
- Las anfetaminas, se utilizan para inhibir la sensación de hambre, pero tienen gran cantidad de efectos secundarios: desencadenan adicción provocando nerviosismo, agitación y trastornos de personalidad.
- El clembuterol actúa sobre los depósitos grasos pero presenta una alta toxicidad sobre el hígado.
Pero esto no queda aquí. De muchos productos quemagrasas incluso se desconoce la composición, lo que aumenta el riesgo de toxicidad al ser consumidos.
¿Qué hay de los quemagrasas de origen vegetal?
Otro grupo de sustancias que se promocionan como adelgazantes son plantas y preparados vegetales a los que se les atribuye esta propiedad, que en la mayoría de ellos, el efecto consiste en aumentar la función diurética y laxante del organismo. Una vez más, la pérdida de líquido hace que se pierda peso pero no grasa, poniendo en riesgo nuestra salud (ya que contribuyen a una deshidratación y a una pérdida de nutrientes y vitaminas). Entre estos productos los más sonados son a base de: alcachofa, cola de caballo, diente de león, ortiga y ortosifón, como diuréticos; como laxantes, la cáscara sagrada y la zaragatona.
Si no puedo ayudarme de productos quemagrasas… ¿entonces?
Nuestro problema radica en que nos hemos vuelto cómodos y sedentarios. Fácilmente nos dejamos engañar por productos que prometen cambios en poco tiempo, cuando lo que realmente necesitamos son pequeños cambios en nuestros hábitos de vida: alimentación saludable, acompañada de ejercicio físico.
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